La impresión 3D ha llegado para cambiar el mundo.
La tecnología 3D recrea un objeto o imagen como si pudieras tocarlo. Hoy en día se pueden elaborar objetos físicos, algo que ha abierto muchas puertas en distintos sectores.
En nuestro caso concreto, estamos hablando de una alternativa, que en un futuro, podría sustituir a las pesadas y costosas máquinas actuales de impresión en toda su extensión. Evitando así, todo un proceso que requiere un conjunto de maquinaria para desarrrollar la producción y un amplio espacio para ejercer la actividad.
Las impresoras 3D imprimen los objetos por capas, imprimiendo cada una encima de la otra en un proceso donde cada vez el modelo real va ganando más altura.
Gracias a la impresión 3D las fábricas tienen la capacidad de aumentar su flexibilidad, adaptándose a las necesidades de un mercado cada vez más exigente e impredecible. Además, permite la fabricación de todo tipo de objetos personalizados.
En términos medioambientales y ecológicos, si hiciésemos una comparativa, las máquinas 3D serían como los actuales coches eléctricos pero con la ventaja que no necesitan baterías. Actualmente, el talón de Aquiles de los coches eléctricos.
La desventaja de las máquinas 3D, es que son mucho más lentas y la producción en serie requiere mucha más inversión de tiempo que cualquier máquina de impresión tradicional. Pero tiempo al tiempo.
Actualmente, en términos industriales, el mayor potencial está en la reparación y el mantenimiento de piezas.
Con la impresión 3D, conseguimos un 100% de precisión al crear modelos digitales. Por ejemplo, algunos tipos de impresoras 3D comunes pueden imprimir de forma tan precisa que alcanzan las 100 micras de resolución, lo que equivale a una décima de un milímetro, aproximadamente como el diámetro que posee el pelo del ser humano.